4 de septiembre de 2010

Los jueves son tan blancos

ALFOMBRA MULLIDA LOS JUEVES Los jueves son tan blancos, tan quietos, tan silenciosos; alfombra mullida y nueva. Nadie usurpa el aleteo de los pájaros en la piel, ni la esperanza de justicia con velas a los santos. Nadie profana las manufacturas del pasado como banderas de inercia, ni arenga a unos contra otros. No existe miseria ni desempleo; tampoco ostentación, ni abundancia superflua. Ningún político habla en nombre de Dios en sus desmanes, ni se viste de Arcángel, ni se amparan en una sotana para ocultar la violencia entre sus piernas y sus armas. Los militares ya no son prepotentes, no humillan a subalternos, ni atropellan con bayonetas a los civiles. Los jueves no hay secuestros, ni asaltos. Los asesinos se paralizan ante sus propios cuchillos, los iracundos miden las palabras relajándose. Ninguna mujer embarazada es pateada por su concubino, ningún muchacho es violado en la cárcel o en el barrio; ni torturado en las comisarías mientras se averiguan sus culpas. Los jueves todos los países firman armisticios de paz, desarticulan sus bombas nucleares y biológicas; queman todos los manifiestos de venganzas y ataques. Dedican sus movimientos a reconstruir los pueblos más desolados. Los jueves son tan dulces, tan diamante de cinco puntas, tan estrella alumbrando en luna llena. Los jueves, no salgo de mi habitación mental, es día de barridos. Lo dedico a podar mis rosales y mi ciruelo, remuevo las gramíneas, riego la tierra, baño a los perros y los peino; lavo las cobijas donde duermen, y dejo que me cierren los ojos a besos. Bien entrada la tarde moldeo mi propio mapamundi mental, lo velo con una cayena amarilla doble, casi una orquídea; nunca deja de florecer expandiendo sol en los inviernos grises. Entrada la noche canto rezos poéticos, hasta que dan las doce y empieza a agarrar vuelo el viernes, con sus desmanes y desesperanzas.